Aunque las actividades de Irán y Arabia Saudí en los últimos meses para reabrir embajadas, cooperar en el tema del Hach (peregrinación a La Meca) y mejorar las relaciones con otros países de la región (Arabia Saudí con Siria e Irán con Egipto y los países del Golfo Pérsico), han determinado hasta cierto punto las primeras consecuencias de esta reconciliación, pero la pregunta clave es el nivel de sostenibilidad de este acuerdo político y si incluye también consecuencias y efectos estratégicos o no.

Para analizar este tema, primero se debe comprender la intención y el propósito de ambas partes de dejar de lado las diferencias y mejorar y desarrollar las relaciones. Por parte de Irán, cabe decir que se ha perseguido la reconciliación y el desarrollo de las relaciones con Arabia Saudí para lograr los siguientes objetivos e intereses:

– Reducir las tensiones regionales y mejorar las relaciones con los vecinos, especialmente los países árabes del Golfo Pérsico;

– Impedir la formación de un nuevo frente árabe-occidental-hebreo contra Irán;

– Crear una transformación fundamental en la política exterior para reducir algunos problemas económicos-sociales internos;

– Tratar de reducir el impacto de las sanciones, accediendo a los recursos financieros de los países del Golfo Pérsico;

– Prevenir la intensificación de la iranofobia y en consecuencia, mejorar el entorno mediático;

– Evitar una mayor convergencia de los países árabes del Golfo Pérsico con el régimen israelí y el desarrollo del Acuerdo de Abraham;

– Hacer que la cuestión palestina se encuentre de nuevo en el centro de atención del mundo islámico;

– Evitar que Arabia Saudí apoye a los grupos separatistas y otros opositores de Irán.

Por otro lado, Arabia Saudí tiene varios objetivos e intereses en mente para poner fin a la enemistad con la República Islámica de Irán y las guerras subsidiarias:

– Terminar con los desafíos y las costosas competencias con Irán para enfocarse en la estrategia de convertirse en el centro económico-turístico de la región;

– Prepararse para las condiciones tras el posible acuerdo del gobierno de Biden con Irán y el regreso de Estados Unidos al PIAC;

– Demostrar el poder y la independencia de Arabia Saudí en el campo de la política exterior e incitar al gobierno de Estados Unidos a un mayor apaciguamiento hacia este país;

– Al plantear la posible sustitución de Estados Unidos por China, convencer al gobierno de Biden de seguir manteniendo una presencia relativa saudí en el Golfo Pérsico;

– Incrementar la presencia e influencia en Siria y, si es posible, evitar que este país árabe esté bajo el control completo de Irán y el Frente de Resistencia Islámica;

– Control de posibles acciones de grupos chiíes pro-iraníes contra intereses saudíes en varios países de la región;

– Llegar a un acuerdo con los hutíes respaldados por Irán a fin de poner fin a la guerra subsidiaria destructiva y costosa en Yemen, que ha afectado el presupuesto y la reputación internacional de Arabia Saudí;

– Evitar que se repitan incidentes como los ataques con misiles de los hutíes a las instalaciones petroleras saudíes (Aramco), que provocaron la paralización de la mitad de la producción de crudo del país.

Po lo tanto, considerando la posición clave de Arabia Saudí e Irán en Asia Occidental y los intereses mutuos de las partes en la mejora y el desarrollo de las relaciones, se espera que si ambas partes gestionan y avanzan con éxito en el proceso de normalización y mejora de relaciones, pronto seamos testigos de la resolución de problemas crónicos en la región, incluida la crisis político-económica en el Líbano, la guerra en Yemen y los problemas de soberanía en Siria.

Por otro lado, la reconciliación política entre Irán y Arabia Saudí ha tenido y tendrá consecuencias internacionales también. En la mejora de las relaciones entre Irán y Arabia Saudí, China se convirtió en el ganador decisivo de la pacificación en Asia Occidental y ganó credibilidad global. Como resultado, no solo se fortaleció el poder del software de China, sino también se resolvieron sus problemas de hardware para proporcionar energía segura y continua para sus industrias.

Por otro lado, en línea con el enfoque positivo de Estados Unidos para mejorar las relaciones de Irán con Arabia Saudí, ha cambiado el enfoque de este país y los países europeos de los problemas internos de Irán y acompañar a corrientes y grupos opuestos y avanzar el proyecto de debilitamiento o la llamada subversión de Irán hacia asuntos regionales.

Además, luego de la reconciliación política entre Irán y Arabia Saudí, también disminuyó en cierta medida la creación de una atmósfera mediática negativa contra la República Islámica de Irán, y con el abandono de la política de aislamiento de Irán, también se rompió el tabú de desarrollar relaciones con la República Islámica de Irán. En este sentido, la posición clave de Arabia Saudí en el mundo árabe y entre los países islámicos y el interés de este país de mejorar las relaciones con Irán fue una luz verde para que otros países árabes, incluido Egipto, mejoren sus relaciones con Irán. Un proceso que puede ayudar al desarrollo de las relaciones de Irán con países africanos influyentes.

Sin embargo, aún persisten algunos de los desafíos y diferencias clave entre Irán y Arabia Saudí, y si no se toman medidas para enfrentarlos, pueden dañar las relaciones entre las dos partes a largo plazo.

El tema más importante es la normalización de las relaciones de los países árabes con el régimen israelí; Aunque Arabia Saudí ha evitado hasta ahora unirse al Acuerdo de Abraham y normalizar oficialmente las relaciones con Israel, al mismo tiempo ha tratado de mantener abierta la perspectiva de una posible normalización de las relaciones con este régimen.

Una de las condiciones previas de Riad para la normalización de las relaciones con el régimen israelí ha sido la adquisición de tecnología de combustible nuclear a través del gobierno estadounidense. Los saudíes también buscan adquirir una industria de misiles y drones para competir con Irán, y capacidades de enriquecimiento de uranio para crear un equilibrio frente a Irán y el régimen israelí.

También podemos ver el otro lado de la moneda de la mejora de las relaciones de Arabia Saudí con Irán. Riad ha tratado de acercarse al enemigo de Estados Unidos en la región (Irán) para exigir un precio más alto a Estados Unidos por la posible normalización de relaciones con el régimen israelí, y al mismo tiempo obtener más concesiones de este régimen.

Además, al aceptar la mediación de China, el liderazgo de Arabia Saudí ha tratado de utilizar las relaciones positivas de China con Irán en su propio beneficio y enviar un mensaje a la Casa Blanca. Las solicitudes de Arabia Saudí para contener el Frente de Resistencia Islámica por parte de Irán son otro desafío serio en las relaciones entre las dos partes.

En tal situación, parece que las soluciones más efectivas que pueden convertir las relaciones oficiales y políticas entre Irán y Arabia Saudí en una relación estratégica con efectos estables y de largo plazo son centrarse en los puntos comunes y evitar que las dos partes resalten sus diferencias, y extender estas relaciones a niveles sociales y populares para crear discursos y normas comunes, así como desarrollar cooperación económica e inversiones conjuntas, de forma que se definan los intereses de las partes en mantener y fortalecer la relación.