Los esfuerzos de mediación para restaurar las relaciones entre Teherán y Riad se remontan a hace dos años, cuando comenzaron con la iniciativa del gobierno iraquí. Pero en la reciente visita de Seyed Ebrahim Raisi, el presidente de la República Islámica de Irán, a China y su reunión con Xi Jinping, se brindó la posibilidad de formar nuevas y muy serias negociaciones entre la República Islámica de Irán y Arabia Saudí.
Como resultado, luego de llevar a cabo conversaciones francas, transparentes, integrales y constructivas, los dos países acordaron reanudar sus relaciones políticas oficiales y reabrir sus embajadas en un plazo máximo de 2 meses.
En el éxito de la mediación de Pekín para mejorar las relaciones entre Irán y Arabia Saudí, tres factores importantes juegan papeles destacados: Primero, el papel y la posición sobresalientes y globales de China, así como sus profundas relaciones con Irán y Arabia Saudí, que pudieron acercar más a estos dos países. Segundo, el proceso de desarrollo regional, especialmente la importancia estratégica de reactivar las relaciones entre los dos países. Tercero, la necesidad de resolver algunas crisis regionales que han sido influenciadas por las diferencias entre la República Islámica de Irán y Arabia Saudí.
En cuanto a la mejora de las relaciones entre la República Islámica de Irán y Arabia Saudí, que en las próximas semanas entrarán en una nueva etapa a través de la reapertura de las embajadas, hay dos puntos a destacar. Primero, las consecuencias estratégicas de este destacado evento, y segundo, la necesidad de la consciencia de los dos países frente a los esfuerzos destructivos internacionales, regionales e internos para destruir y debilitar los mecanismos de implementación del acuerdo de Pekín, en el que influye el temor de algunos actores regionales e internacionales a las consecuencias estratégicas de un cambio grave en las relaciones entre Teherán y Riad.
Primer punto; El fracaso de la política de aislamiento regional e internacional de la República Islámica de Irán está a la cabeza de las consecuencias estratégicas del restablecimiento de las relaciones entre la República Islámica de Irán y Arabia Saudí. El aislamiento político de Irán es una de las estrategias anti-iraníes de los Estados Unidos y el régimen sionista, que se ha perseguido vigorosamente en las cumbres regionales e internacionales en los últimos años.
Este tema es tan importante que incluso el Líder de la Revolución Islámica lo mencionó en su discurso de Año Nuevo iraní en Mashhad y dijo: “Los occidentales presionaron para aislar a Irán… pero lo que sucedió tuvo el resultado contrario”.
Considerando la posición de Arabia Saudí entre los países del Golfo Pérsico y la mayoría de los países árabes, es natural que con la mejora de las relaciones entre estos dos países, las relaciones de otros países árabes con la República Islámica de Irán, que se habían cortado en los últimos años, también sean restauradas.
Debilitar la posición regional del régimen sionista es la siguiente consecuencia importante. La razón por la que los líderes sionistas han mostrado la reacción más dura a este acuerdo y la mayoría de ellos se han referido al acuerdo de Pekín como un peligroso desastre para Israel se debe precisamente a las consecuencias que este acuerdo tiene para ellos. Este pacto estrecha el círculo de socios de este régimen.
Este acuerdo se hizo justo cuando muchos en la región, incluso dentro de los territorios ocupados, esperaban la normalización de las relaciones saudíes con el régimen sionista. Por lo tanto, ocurrió un acontecimiento inesperado e impactante para los líderes sionistas. Por ejemplo, el ex primer ministro israelí, Yair Lapid dijo: “Este acuerdo es un fracaso total para el gobierno israelí. Con este acuerdo, se destruyó el muro de defensa regional que construimos contra Irán”.
Ampliar la estabilidad y la seguridad en la región, crear un desafío al prestigio y la hegemonía regional y global de Estados Unidos, influir en otros casos regionales en los que Irán y Arabia Saudí tienen intereses (Yemen, Siria, Líbano e Irak), expandir la influencia de China en el Golfo Pérsico y Asia Occidental, y acelerar el proceso de formación del nuevo orden internacional, que es un orden asiático centrado en China, Irán, Rusia y Arabia Saudí, son otra consecuencia estratégica directa e indirecta de este acuerdo.
Segundo punto; El acuerdo de Pekín une a los dos principales actores de la región después de años de enemistad e incrementa la presencia de China en la región, lo que es un desafío tanto para Estados Unidos como para el régimen sionista.
Por tanto, es posible que Washington y Tel Aviv, que son los principales perdedores del acuerdo Teherán-Riad, intenten destruir y debilitar el restablecimiento de las relaciones Irán-Arabia Saudí recurriendo a mecanismos como la incitación a factores radicales y destructivos que han sido efectivos para romper las relaciones entre Irán y Arabia Saudí. Para prevenirlo, es necesario la vigilancia de las autoridades y organizaciones correspondientes de los dos países.
Según sus consecuencias, este acuerdo brindará una nueva oportunidad para la cooperación colectiva en la región a través del fortalecimiento del proceso de diplomacia entre rivales tradicionales. Definitivamente, esta no es una situación agradable para el régimen criminal de Israel e incluso Estados Unidos, quienes han definido sus intereses regionales en la tensión entre países islámicos, incluidos Irán y Arabia Saudí.
Además, el gobierno de los Estados Unidos, contrario a su afirmación de acoger el acuerdo, no puede tolerar lo que demostró el éxito de la diplomacia y mediación de China.
El acuerdo de Pekín es un preludio para resolver otros casos tensos en Asia sin recurrir a mecanismos basados en iniciativas estadounidenses y europeas. Este tema puede cuestionar la credibilidad de Estados Unidos y las percepciones que existen de su poder y hegemonía.
Punto final
Mantener las tendencias que causan crisis en la región e intensificar la tensión en las relaciones entre la República Islámica de Irán y los países árabes se encuentran entre las estrategias importantes del régimen sionista y los Estados Unidos. Por ello, no cabe duda de que Tel Aviv y Washington buscan crear una nueva crisis con el objetivo de debilitar el acuerdo de Pekín.
Por lo tanto, es necesario estar vigilantes contra las políticas destructivas que se mencionaron, para que el proceso de restablecimiento de relaciones entre Arabia Saudí e Irán, que es un importante logro regional, vaya bien.
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