Vale la pena señalar que el término Nueva Asia Occidental fue utilizado por primera vez por Condoleezza Rice, la entonces secretaria de Estado de Estados Unidos, cuando el 21 de julio de 2006 en Tel Aviv, describió el ataque del régimen sionista al Líbano durante la guerra de 33 días como los dolores de parto de la Nueva Asia Occidental, y añadió: “Hagamos lo que hagamos, debemos avanzar hacia una nueva Asia Occidental y no un retornar a la vieja Asia Occidental”.
Sin embargo, como señaló el Líder de la Revolución Islámica en su reciente discurso, las estrategias de Estados Unidos respecto a la formación de la Nueva Asia Occidental, cuyo objetivo es satisfacer las necesidades e intereses ilegítimos de Estados Unidos, han fracasado. Según él: “Lo que los estadounidenses llamaron la Nueva Asia Occidental tiene una diferencia de 180 grados con respecto a lo que existe hoy”.
Las características importantes de la estrategia de Estados Unidos para crear una Nueva Asia Occidental son:
Uno: Tratar de derrocar a los regímenes gobernantes que no están alineados con Estados Unidos en la región, especialmente Siria e Irak.
Dos: Balcanización de la región, es decir, la división de algunos países de la región desde Siria hasta Yemen y convertirlos en países pequeños, de manera que su gobierno y nación estén alineados con los intereses de Estados Unidos y así faciliten el proceso de la presencia e influencia de Estados Unidos en la región.
Tres: La destrucción de la Resistencia Islámica, especialmente Hezbolá en el Líbano.
Cuatro: Reducir la importancia de la cuestión palestina y estabilizar la posición del régimen sionista durante un proceso gradual y pacífico, impulsando el plan de la normalización de las relaciones de algunos países árabes con este régimen.
Cinco: Destruir las relaciones de los países de la región con la República Islámica de Irán con el objetivo de aislar a Irán y así eliminar o reducir su decisión e influencia en las ecuaciones regionales.
Debe tenerse en cuenta que la creación de grupos terroristas y takfiríes, incluido ISIS etc., y la creación de caos estructural, guerra y conflicto para que la región sea en consonancia con las necesidades y objetivos geopolíticos de Estados Unidos, ha sido una de las herramientas que Estados Unidos utilizó para dar forma a la Nueva Asia Occidental.
En este sentido, además de las derrotas sufridas por Estados Unidos en Siria, Irak, Líbano, Yemen y Afganistán, así como en las guerras de la Resistencia palestina y el régimen sionista, la Tormenta Al-Aqsa ha sido también la señal más obvia del fracaso de Estados Unidos en la formación de la Nueva Asia Occidental.
A pesar de que con la ayuda de ISIS, Estados Unidos avanzó en más de dos tercios del territorio de Siria e Irak, su proyecto finalmente fracasó con la destrucción de ISIS en estos dos países.
En la guerra de seis días de 1967 entre el régimen sionista y varios países árabes, Tel Aviv ocupó unos 80 mil kilómetros cuadrados de tierras árabes y palestinas, pero en la Guerra del Líbano de 2006 no pudo avanzar ni un kilómetro.
Hace casi dos meses que la mayor parte de las capacidades militares, de inteligencia y de seguridad del régimen sionista, con el apoyo total y sin precedentes de Estados Unidos, se ha concentrado en menos del 2% del territorio palestino ocupado, es decir Gaza, pero no solo no ha podido alcanzar sus objetivos declarados, sino que se ha enfrentado a una derrota irreparable contra Hamás y la Yihad Islámica. Además, las pérdidas del régimen sionista en la reciente guerra con Hamás y la Yihad Islámica, que no tienen ni una centésima parte de las capacidades del régimen israelí, son más del doble de las pérdidas de este régimen en la guerra con Egipto, Siria, Líbano, Irak, Jordania, Argelia, Libia, Túnez, Kuwait, Marruecos y Arabia Saudí en 1973.
Para crear la Nueva Asia Occidental que ha incluido seriamente en su agenda desde 2006, Estados Unidos ha gastado directa e indirectamente unos 4 billones de dólares, lo que equivale al coste total de la Segunda Guerra Mundial. Por ejemplo, la guerra en Siria le costó a Estados Unidos unos 500 mil millones de dólares y en Yemen se han gastado más de 600 mil millones de dólares para destruir a Ansarullah. Además, el régimen sionista ha gastado más de 60 mil millones de dólares en la guerra de Tormenta Al-Aqsa con la ayuda de Estados Unidos. Pero lo que se observa es el creciente poder del frente de Resistencia y el creciente odio hacia Estados Unidos en la región.
En resumen, el proyecto en el que Estados Unidos gastó alrededor de 4 billones de dólares, fracasó con menos de 25 mil millones de dólares. Estados Unidos pensó que al crear inseguridad en Asia Occidental podría comprar seguridad para el régimen sionista y convertirlo en la pieza central de la región, sin darse cuenta de que la Resistencia Islámica, apoyándose en su estrategia, se fortalece cada vez más en tiempos de crisis y amenazas.
La Nueva Asia Occidental de Estados Unidos prácticamente ha sufrido una muerte cerebral y la guerra de Tormenta Al-Aqsa demostró que no hay esperanzas de su resucitación. Los países amigos y aliados de Estados Unidos en la región también lo han entendido muy bien.
La desaparición de la dominación de Estados Unidos en Asia Occidental, la creciente tendencia de la mejora de las relaciones de los países árabes con la República Islámica de Irán, la reactivación de las relaciones bilaterales y multilaterales con Siria, la marginación del proyecto de normalización de relaciones con Israel, el debilitamiento de la posición del régimen sionista, los acontecimientos en Yemen y la transformación de Ansarullah en un actor estratégico en la región, el fortalecimiento de la atención hacia Este y la atención especial a China y Rusia en algunos países importantes de la región, son las consecuencias más importantes de este tema que deben tomarse en cuenta.
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