Una de las características destacadas del actual sistema internacional es la creciente competencia entre las grandes potencias. Esto significa que las grandes potencias han ampliado su competencia a nivel del sistema internacional. Desde su punto de vista, quedarse atrás en un campo, significa una posición inferior en la obtención de recursos energéticos internacionales.
En la situación actual, el continente africano no está libre de estas competiciones. Si recordamos la era de la Guerra Fría, existía una rivalidad entre la Unión Soviética y los Estados Unidos en esta región. Con un punto de vista ideológico, la Unión Soviética apoyaba los movimientos anticolonialistas en este continente. La China comunista también seguía este enfoque. Pero tras el colapso de la Unión Soviética, Rusia perdió su papel anterior, y fue China el país que desde la década de 1990 comenzó a desarrollar sus relaciones con este continente. El punto de inflexión de este desarrollo de relaciones fue la celebración del primer Foro para la Cooperación entre China y África en 2000, que se celebra cada tres años.
Rusia también, con un poco de retraso, ha comenzado sus esfuerzos para desarrollar su influencia y presencia en África. Aunque estas relaciones ya existían antes, la cumbre Rusia-África en Sochi en 2019 se considera un punto de inflexión en esta relación.
Sin duda enfrentar la influencia de Occidente en África ha sido uno de los factores efectivos en el desarrollo de las relaciones de China y Rusia con este continente. Esto significa que el desarrollo de las relaciones con África puede ser analizado y evaluado desde la perspectiva de las ambiciosas globales de estos dos países.
Por otro lado, el alto número de países africanos puede crear una oportunidad para alinearlos en varios casos internacionales. Este tema es importante especialmente cuando estos países tienen que votar en la Asamblea General de la ONU. Tanto China como Rusia tienen diferentes desafíos, así que su amistad con estos países africanos ayudará a aumentar la credibilidad de sus enfoques. Por ejemplo, China enfrenta desafíos de soberanía en el mar de China Meridional o en Taiwán, por eso la amistad de estos países africanos puede desempeñar un papel importante para resaltar la narrativa favorable de China. En cuanto a Rusia, al mismo tiempo que aumentan sus tensiones con Occidente, especialmente por la crisis de Ucrania, este país también tiene un gran incentivo para asociar las capitales africanas con su narrativa antioccidental de esta crisis.
Además, la riqueza natural del continente africano y su mercado virgen han creado una muy buena oportunidad para que tanto China como Rusia aprovechen esta situación y desarrollen sus relaciones. Pekín se ha convertido en el socio comercial más importante de este continente en las últimas dos décadas. Además, la Iniciativa de la Franja y la Ruta, que actualmente se considera el plan más central de la política exterior de China, ha recibido un apoyo considerable de muchos países africanos. Actualmente, además de la inversión, los dos países han adquirido diferentes privilegios en el campo de la extracción de diferentes recursos.
En el campo militar y de seguridad, no se puede ignorar la tendencia creciente de esta ampliación de relaciones. Rusia está tratando de convertirse en un actor militar y de seguridad influyente en el continente africano, y Pekín tiene que aumentar su cooperación militar y de seguridad con África, al menos para asegurar sus inversiones económicas. Una manifestación clara de este asunto es el establecimiento de la primera base militar china en Yibuti.
Estos acontecimientos han alimentado la preocupación de Occidente. El documento de estrategia africana para 2022 de la administración Biden lo ha dejado muy claro. Según este documento, China considera a África como un área importante para desafiar el orden internacional y promover sus intereses comerciales y geopolíticos, y Rusia también considera esta región como un entorno adecuado para las empresas privadas y estatales, que a menudo, exacerban la inestabilidad para la realización de sus intereses estratégicos y financieros.
Con respecto al futuro de esta situación, hay varios puntos a destacar. La primera cuestión es que Estados Unidos sigue siendo considerado un actor importante en el continente africano. Por ejemplo, Estados Unidos todavía tiene la mayor presencia militar en África, con al menos 29 bases en 15 países africanos hasta el año 2020. Asimismo, se considera un tema importante la presencia de socios de Estados Unidos, incluidos actores no europeos como Japón, que han desarrollado su presencia económica en este continente.
Finalmente, aunque Pekín y Moscú intentan tener mismas posiciones en este continente, no se puede negar que los dos países siguen diferentes métodos para perseguir sus objetivos en África, lo que en algunos casos puede significar la formación de serias diferencias en sus enfoques.
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