Jafar Haghpanah, experto en cuestiones de Afganistán
Recientemente, hemos visto que Pakistán utilizó su gran capacidad militar para llevar a cabo operaciones contra grupos que se consideran restos del Movimiento de los Talibanes Pakistaníes (también llamado Tehrik-e-Talibán Pakistán) con base en Afganistán y apoyados por los talibanes. Este tipo de operación se considera sin precedentes, en estos momentos cuando el representante especial del gobierno paquistaní ha cambiado y algunos creían que él podría allanar el camino de la diplomacia. Por otra parte, la respuesta militar de los talibanes fue única y se considera un acontecimiento muy importante. Los talibanes habían anunciado previamente que tomarían represalias contra esta operación y respondieron de inmediato. Por primera vez, las fuerzas especiales talibanes penetraron profundamente en territorio paquistaní en las zonas fronterizas y también recibieron apoyo aéreo. De hecho, por primera vez, los talibanes hicieron un uso significativo de los restos de la fuerza aérea que se había creado con el apoyo estadounidense y en la época de la República Afgana.
Independientemente de los logros militares que ha tenido esta forma de operación de Talibán, abordar esta cuestión es importante en sí misma. El punto más importante es prestar atención a los discursos de Talibán. En su declaración oficial, los talibanes se refieren a una línea imaginaria y no mencionan ni “la frontera común” ni “la Línea Durand”. Este enfoque en los discursos de los talibanes es muy importante y muestra que el desafío entre los dos países va mucho más allá de cuestiones como el apoyo al Movimiento de los Talibanes Pakistaníes, las diferencias en cuestiones económicas o la interferencia de Pakistán en los asuntos internos de Afganistán, e implica una cuestión geopolítica más amplia. También es significativa la coincidencia de estos acontecimientos y tensiones con el fortalecimiento del movimiento pastún en la provincia de Jaiber Pastunjuá, que tiene una población pastún mayor que Afganistán.
El enfoque de los talibanes hacia estas tensiones demuestra que este país está recurriendo a herramientas asimétricas para regular sus relaciones con otros países y considera que tiene gran capacidad en esa dirección. Tal vez los talibanes quieran y tengan la motivación para utilizar esas herramientas en sus relaciones con otros países también. Esto podría tener muchas consecuencias negativas para la seguridad regional. Por lo tanto, estos países deberían negociar juntos y tratar de hacer que los talibanes tengan una mayor responsabilidad, y crear un obstáculo a sus amenazas contra otros.
Las crecientes restricciones de Pakistán a la presencia de refugiados afganos y su seria intención de expulsarlos, así como la continua guerra mediática entre las partes, indican que a pesar del deseo de mantener relaciones estratégicas entre el liderazgo talibán en Kandahar y el núcleo del poder en Islamabad, específicamente el ejército y el ISI, existe un grave potencial de tensiones en otras capas y niveles inferiores, y su continuación es previsible.
En general, se puede decir que la tensión entre Pakistán y Afganistán era previsible bajo cualquier régimen. Esto significa que, mientras Pakistán adopte este enfoque hacia Afganistán como su principal estrategia, y Afganistán tenga un vacío de poder y una gobernanza débil que convierta al país en una región para guerras proxy, posiblemente esta situación continuará, y es poco probable que esta forma de tensión y los enfrentamientos recientes sean la última ronda de conflicto entre estos dos países vecinos.
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