Jafar Ghanadbashi, experto en cuestiones africanas
Las negociaciones de paz en Sudán no son entre un país extranjero y Sudán, sino negociaciones entre dos grupos de militares sudaneses que estuvieron bajo el mando de Omar al-Bashir durante su presidencia.
Las partes en conflicto en Sudán, una de las cuales es un general del ejército y presidente del Consejo de Soberanía de Transición del país (Abdelfatah al Burhan) y la otra el comandante de las Fuerzas de Apoyo Rápido (Mohamed Hamdan Dagalo), no luchan entre sí por la toma de una región o provincia específica de este país, sino por la toma del poder del gobierno central y por estar a la cabeza de todos los asuntos sudaneses. Esta guerra ha provocado el desplazamiento de siete millones y medio de personas en Sudán en el último año y medio, y la migración de un millón y medio de personas fuera de este país. Según las estadísticas disponibles, esta guerra ha causado hasta el momento más de 13 mil muertos y decenas de miles de heridos.
La guerra civil de Sudán es una guerra que no ha ocurrido en ninguno de los países del tercer mundo en el último medio siglo. Aunque a diferencia de la era de la Guerra Fría, los bandos no cuentan con el apoyo público de las partes internacionales, estas partes han causado el mayor daño a la infraestructura económica de Sudán y han creado la mayor crisis social en este país.
La expansión de esta guerra de 16 meses y su continuación han causado la preocupación de muchos países vecinos de Sudán e incluso de potencias extra-regionales, de modo que muchos gobiernos regionales, internacionales y vecinos de Sudán han tratado de celebrar negociaciones entre los bandos para evitar la propagación de los disturbios internos a otras partes de la región. La principal preocupación de las grandes potencias y de los vecinos de Sudán es que durante esta guerra encarnizada, grupos extremistas se aprovechen de los disturbios entre el pueblo sudanés y busquen nuevos miembros entre los sudaneses para llevar a cabo acciones desestabilizadoras en todas las zonas de Sudán, especialmente en las costas del mar Rojo y el Océano Índico, lo que supondrá riesgos para las vías navegables del mar Rojo y del Océano Índico.
En esta situación, los representantes del Ejército sudanés, que actualmente controlan la capital, hablan abiertamente de la intervención de Emiratos Árabes Unidos y su papel en la expansión de esta guerra, y creen que con el objetivo de hacerse con algunos recursos petroleros y depósitos de metales preciosos en Sudán, Emiratos Árabes Unidos está tratando de apoderarse del gobierno central con el apoyo de las Fuerzas de Apoyo Rápido encabezadas por Mohamed Hamdan Dagalo, de manera que el representante de Sudán en las Naciones Unidas habló de la necesidad de prevenir las acciones de Emiratos Árabes Unidos en su país y consideró que cualquier negociación para un alto el fuego y la paz interna en Sudán depende del fin de la intervención de Emiratos Árabes Unidos.
Sin embargo, el punto importante es la falta de participación de los partidos políticos y las instituciones religiosas y políticas de Sudán para prevenir esta guerra civil. Estos partidos y grupos han tenido un historial muy largo y a veces positivo en la arena política de Sudán y han sido capaces de ayudar a establecer la democracia y la paz en este país durante varios períodos consecutivos. Por lo tanto, esta falta de actividad de los partidos y grupos sudaneses ha provocado que el destino de los asuntos de Sudán esté en manos de dos grupos que buscan la guerra y el poder, y que a pesar de las duras pérdidas que han causado para el país, continúan con guerras civiles.
Actualmente, la mitad de los hospitales y clínicas de Sudán se han convertido en trincheras en los conflictos entre las partes. Considerando la destrucción de la infraestructura económica de Sudán y la inactividad de los grupos y partidos políticos en este país, así como algunas acciones sospechosas y encubiertas de algunas potencias regionales y extra-regionales, este conflicto ha puesto a Sudán en un camino en el que la esperanza de restablecer las condiciones normales y establecer un gobierno civil poderoso se han reducido considerablemente.
Lo importante es que los disturbios en Sudán comenzaron exactamente cuando los militares estaban transfiriendo el poder a los civiles, pero a través de relaciones con el régimen sionista, algunos de sus líderes intentaron hacer que el gobierno militar continuara en este país. Según algunos analistas, tras bambalinas de esta guerra encarnizada se ven las manos del régimen sionista, que intenta impedir que Sudán se convierta en uno de los miembros del Eje de la Resistencia.
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