Hace tiempo, el Consejo de Resistencia afiliado al Consejo de Transición del Sur de Yemen, que cuenta con el apoyo de los Emiratos Árabes Unidos, expulsó de Adén a los ministros del gobierno de Rashad al-Alimi, el presidente del Consejo de Liderazgo Presidencial, y anunció que no permitiría que Al-Alimi regresara a esta ciudad.
Según este acontecimiento, dos puntos son importantes; El primer punto son las dimensiones aparentes y ocultas de las diferencias que tienen Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, y el segundo son las consecuencias estratégicas de las estas diferencias, que indirectamente han provocado tensión y conflicto en las relaciones entre ambos países.
En cuanto al primer punto, cabe decir que Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos tienen diferencias de opinión fundamentales tanto en áreas tácticas como estratégicas, lo que en ocasiones provoca tensión en las relaciones bilaterales.
Sin embargo, el tema más importante que ha causado divergencia y tensión en las relaciones entre Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos está relacionado con la forma en que los dos países miran los acontecimientos en Yemen. Con una visión política, militar y de seguridad absoluta, Arabia Saudí busca formar un gobierno no chií con una participación mínima de los hutíes (Ansarolá) en Yemen, y en los últimos años, ha hecho todo lo posible para empoderar a sus elementos afiliados.
Contrariamente al enfoque de Riad, el tema de no formar un gobierno chií en la geopolítica de Asia Occidental y el Golfo Pérsico no está entre las prioridades de la política exterior de los Emiratos Árabes Unidos en la región. Este país ve a los hutíes (Ansarolá) y la resistencia islámica de Yemen como una amenaza y por eso adopta una posición cautelosa respecto a este movimiento. Emiratos Árabes Unidos busca principalmente consolidar su influencia en Yemen y controlar los puertos y áreas que dan al estrecho de Bab el-Mandeb, a través del que pasa una parte importante de la energía de la región.
Aunque Emiratos Árabes Unidos se opone a los hutíes (Ansarolá), los considera como un “peso de equilibrio” que crea obstáculos en el camino de la hegemonía saudí en la región. De hecho, uno de los objetivos ocultos y estratégicos de este país al entrar en la guerra de Yemen era debilitar la posición de Arabia Saudí, como uno de sus rivales regionales, mediante la formación de grupos de milicias que consisten en tribus locales y milicias mercenarias extranjeras en Yemen.
Pero en cuanto al segundo punto, todavía no está claro si la tensión en las relaciones entre estos dos países tendrá un largo proceso o si las partes llegarán a algún tipo de compromiso. Parece que si la tensión continúa, es previsible la ocurrencia de las siguientes consecuencias en tres niveles: doméstico, regional e internacional.
A nivel doméstico, como primera consecuencia, este tema debilitará la posición de los dos países y, como resultado, fortalecerá la posición de los hutíes (Ansarolá) en las ecuaciones de Yemen. La tensión en las relaciones Riad-Abu Dabi es una oportunidad única para que los hutíes incrementen su peso estratégico no solo en Yemen sino también en la región.
Cabe destacar que en abril de 2022, Rashad al-Alimi, a la cabeza de un consejo de 8 miembros (cuatro del norte y cuatro del sur) integrado por elementos militares y de seguridad, fue reemplazado por Mansur al-Hadi para poner fin a las diferencias entre Riad y Abu Dabi. Los miembros de este consejo, que gastaron 3 mil millones de dólares para formarlo, coincidían en la enemistad a gran escala con los hutíes y tratar de eliminarlos de las ecuaciones de Yemen. En otras palabras, la formación de un frente unido contra los hutíes fue la filosofía existencial de este consejo. Pero al final, en lugar de eliminar a los hutíes (Ansarolá), este mismo consejo fue eliminado.
La posibilidad de iniciar guerras subsidiarias es otra consecuencia de esta tensión. Dado que Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos tienen esferas de influencia y elementos afiliados y mercenarios distintos en Yemen, si la tensión entre los dos países continúa, el comienzo de guerras subsidiarias entre estos dos países en Yemen es muy probable.
La primera consecuencia es la posibilidad del colapso de la coalición árabe en Yemen, de la que Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos son sus dos pilares principales. Aunque en estos años los dos países han mantenido la unidad y alianza árabe a pesar de las diferencias políticas, pero dado que las discrepancias entre ellos se han vuelto más públicas, la coalición árabe agresora se verá ensombrecida por los resultados negativos de las disputas y tensiones de estas diferencias y tensiones.
A nivel regional, parece que la continuación de la tensión en las relaciones entre Riad y Abu Dabi puede tener importantes consecuencias, entre las que se encuentra la creación de profundas brechas políticas, de seguridad e incluso económicas en el Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo Pérsico.
Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos son dos países importantes del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo Pérsico, cuya calidad de interacción y confrontación siempre ha influenciado a este Consejo.
La segunda consecuencia es el riesgo de reordenamiento de alianzas en la región del Golfo Pérsico. Esta es una consecuencia desagradable, especialmente para Arabia Saudí, que entre los países árabes de la región ha sido el pionero durante muchos años.
El reforzamiento del orden anárquico como consecuencia de la intensificación de la actual competencia geopolítica entre ambos países es la tercera consecuencia que puede afectar al sistema de seguridad del Golfo Pérsico.
A nivel internacional, la tensión en las relaciones entre Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, que son los dos mayores países productores de petróleo del mundo, puede afectar a los mercados del petróleo. Durante mucho tiempo, los Emiratos Árabes Unidos han estado exigiendo un aumento en su techo de producción, a lo que Arabia Saudí se opone.
Y por último, las tensiones recientes han hecho que Emiratos Árabes Unidos, que es uno de los miembros importantes de la OPEP, inicie consultas internas para abandonar a este cartel petrolero. Si este país sale de la OPEP, la mayor organización petrolera del mundo podría enfrentar un shock estratégico, y como resultado podría perder su poder e influencia en los mercados petroleros mundiales.
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