El Dr. Yusef Molaei, profesor universitario y experto en asuntos internacionales, añadió en una conversación con el sitio web del Consejo Estratégico de Relaciones Exteriores: Por otro lado, la concesión del primer préstamo del G7 utilizando los activos congelados de Rusia ha roto los límites de la disputa económica entre Occidente y Moscú. En tales circunstancias, el futuro de la guerra se encamina hacia una «batalla de desgaste y prolongada», y se están redefiniendo las líneas rojas.
De la asistencia informativa estadounidense al cambio de reglas en el campo de batalla
Este analista dijo: «La entrada directa de Estados Unidos en la fase informativa de la guerra, es decir, proporcionar datos seleccionados a Kiev para ataques contra refinerías, líneas de transmisión de energía y centrales eléctricas rusas, significa cruzar una línea roja tradicional; porque antes de esto, Washington intentaba mantener su papel indirecto.»
Señaló: «Aunque Estados Unidos utiliza el término ‘apoyo informativo no ofensivo’, este nivel de cooperación podría llevar a Rusia a reacciones impredecibles; porque Moscú ya había advertido que cualquier intervención informativa o militar estadounidense en ataques en el territorio profundo de Rusia podría conducir a una escalada del conflicto e incluso a una expansión extraterritorial de la guerra. Ahora estamos viendo un cambio en la naturaleza de la guerra, de militar clásica a una guerra híbrida centrada en información, energía y economía.»
Este analista añadió: «Este nuevo enfoque fue diseñado con el objetivo de presionar a Moscú para que regresara a la mesa de negociaciones; pero en la práctica, ha tenido el resultado opuesto. Rusia, al adoptar una política de respuesta asimétrica, intenta demostrar que sus herramientas de disuasión van más allá de la geografía de Ucrania. Por lo tanto, Washington, sin querer, ha entrado en una etapa que será más difícil de controlar que en el pasado.»
La batalla de voluntades después de las infructuosas reuniones en Alaska y Washington
Molaei enfatizó: «Tras las infructuosas conversaciones políticas en la reunión de Alaska entre Donald Trump y Vladimir Putin, y el fracaso de la reunión de Washington para lograr consenso entre Estados Unidos y sus aliados europeos, la guerra de Ucrania ha pasado de ser un ‘conflicto táctico’ a una ‘batalla de voluntades’.»
Dijo: «Cuando los esfuerzos diplomáticos son ineficaces, las voluntades políticas reemplazan a la racionalidad. Moscú y Kiev, con el apoyo de Occidente, ya no desean un alto al fuego, y ambos han llegado a la conclusión de que detenerse en esta etapa significa aceptar una derrota relativa. Por lo tanto, la continuación de la guerra hasta alcanzar los objetivos trazados es parte de la nueva estrategia de ambas partes.»
Añadió: «La guerra de Ucrania ya no se desarrolla únicamente en la geografía militar, sino que se ha convertido en una competencia de prestigio. Para Rusia, esta guerra es parte de la reconstrucción de su identidad geopolítica frente a Occidente; y para Occidente, mantener la credibilidad del orden liberal mundial depende de continuar apoyando a Ucrania. El campo de batalla no es solo por el territorio, sino también por el significado y el poder de la narrativa.»
Según Molaei, «El resultado de tal situación es que cualquier propuesta de alto al fuego o diálogo de paz se enfrenta a una completa desconfianza; la actual guerra de desgaste es el resultado de que se cuestione el lenguaje común entre Moscú y Occidente. Esta es la batalla de voluntades; una guerra en la que la lógica del compromiso ha dado paso a la lógica de la eliminación.»
Préstamo del G7: Cruzando las líneas rojas económicas de Rusia
Al mismo tiempo que los acontecimientos en el campo, la decisión del G7 de pagar un préstamo de 26.5 mil millones de dólares a Ucrania utilizando los intereses de los activos rusos bloqueados ha añadido una nueva dimensión al enfrentamiento económico entre Oriente y Occidente. Molaei describió esta acción como «probablemente transformadora, pero de alto riesgo» y dijo: «Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, no solo se bloquean los recursos financieros de un país en conflicto, sino que se utilizan en beneficio de la parte contraria; una decisión que cruza las normas internacionales sobre la propiedad de los activos soberanos.»
Añadió: «Rusia ha descrito esta acción como un robo estatal y ha advertido que, en respuesta, confiscará los activos de los países occidentales en su territorio. Así, se está formando una segunda guerra económica que convierte el frente financiero y energético en parte de la guerra de Ucrania.»
Según Molaei, «Este préstamo va más allá de financiar la guerra y envía un mensaje a Moscú de que el sistema financiero occidental está listo para utilizar herramientas no convencionales para contener a Rusia; pero, a cambio, aumenta la desconfianza en el sistema financiero global. Los países que mantienen sus reservas en bancos occidentales ahora se preguntan: si sus relaciones con Washington o Bruselas se deterioran, ¿estarán sus activos a salvo?»
Continuó: «Este préstamo simboliza cruzar las líneas rojas económicas de Rusia y muestra que la guerra ha ido más allá de la dimensión militar y ha entrado en la estructura de la economía global; una situación que complicará aún más la guerra comercial y la batalla cambiaria.»
Diplomacia en punto de ebullición
A pesar de la intensificación de los conflictos y el cruce de líneas rojas políticas y militares por ambas partes, Molaei cree que «aún se puede hablar de diplomacia en punto de ebullición; una situación que surge en los momentos más críticos de las guerras.»
Explicó: «Cuando todas las partes llegan a un punto donde continuar la guerra no reporta beneficios y los costos superan a los beneficios, se abre el camino a las negociaciones; esa es la diplomacia en punto de ebullición, cuando ya no quedan líneas rojas y la racionalidad entra en juego para evitar el colapso.»
Molaei añadió: «La guerra de Ucrania también está al borde de tal etapa; Rusia enfrenta presión económica y sanciones acumulativas, y Ucrania se encuentra en una situación de desgaste en términos de infraestructura y recursos humanos. El apoyo occidental también ha disminuido debido al cansancio de la opinión pública y la crisis energética en Europa. Estas condiciones podrían llevar a las partes hacia negociaciones forzadas.»
Enfatizó: «El regreso a la diplomacia requiere una mediación creíble; quizás el papel de China, Turquía o India sea determinante en esto. De lo contrario, en ausencia de un nuevo mecanismo diplomático, es probable el riesgo de que la guerra se expanda a nuevas áreas, incluidos los ámbitos cibernético, energético y espacial.»
Al final, Molaei advirtió: «Los recientes acontecimientos no deben verse solo en el marco del enfrentamiento entre Estados Unidos y Rusia, sino que deben analizarse en el contexto del cambio en el orden internacional. La asistencia informativa estadounidense, el préstamo del G7 y las reacciones rusas son señales de la transición del sistema global de la ‘disuasión mutua’ a la ‘presión mutua’; una situación que determinará el futuro de la guerra de Ucrania y las relaciones de poder en el siglo XXI.»
«La traducción al español del texto en inglés ha sido realizada mediante inteligencia artificial. Agradeceremos que, en caso de detectar errores o imprecisiones, lo comunique al sitio web.»


0 comentarios