Barsam Mohammadi, experto en cuestiones regionales
Un bando de esta batalla es Estados Unidos, conocido por tener las instalaciones militares, de inteligencia y de operaciones aéreas más avanzadas del mundo respaldadas por tecnologías espaciales. El otro bando es Ansarolá de Yemen, que ha estado rodeado por tierra, mar y aire durante muchos años y no es comparable con Estados Unidos en términos de poder militar.
El punto fuerte más importante de Ansarolá
El punto fuerte más importante de Ansarolá es que no es un ejército, sino una fuerza de Resistencia que lucha en una batalla asimétrica en forma de guerrillas y lleva a cabo operaciones dispersas contra Estados Unidos y el régimen sionista, de modo que en los últimos 10 meses ha podido asestar golpes mortales a Estados Unidos en la región, algo sin precedentes incluso en las dos guerras mundiales y el período de la Guerra Fría.
Por ejemplo, desde el comienzo de las operaciones para apoyar la Resistencia palestina en Gaza, Ansarolá ha atacado 177 barcos estadounidenses en el mar Rojo y el golfo de Adén. Además, Ansarolá ha derribado más de 12 drones espías estadounidenses MQ-9 avanzados hasta la fecha, lo que supone un récord notable para derribar drones estadounidenses en el mundo. El dron MQ-9 cuesta alrededor de 32 millones de dólares y tiene capacidades únicas en el campo del espionaje y las operaciones.
Consecuencias
La batalla asimétrica de Ansarolá con Estados Unidos tiene importantes consecuencias en diferentes dimensiones para este país, las más importantes de las cuales se mencionan a continuación:
A) Aumento de los gastos militares
Una de las consecuencias importantes a este respecto es el aumento del gasto militar. En los últimos meses, las operaciones de misiles y drones de Ansarolá han causado problemas para la Armada estadounidense en la región, y han impuesto muchos costos militares al gobierno estadounidense. Para enfrentar a Ansarolá, el Ejército estadounidense todavía depende de costosas armas aéreas y de misiles, cuyo uso en cada ataque le cuesta a la Casa Blanca varios millones de dólares.
Hoy, Estados Unidos se enfrenta a un problema llamado “ataques costosos contra Ansarolá”. Por ejemplo, el Portaaviones USS Dwight D. Eisenhower, que hasta octubre de 2023 estuvo a cargo de contrarrestar las operaciones de drones y misiles de Ansarolá en el mar Rojo, disparó 155 misiles de la serie Standard, así como 135 misiles de crucero Tomahawk (cada uno con un valor aproximado de 2 millones de dólares) y en total gastó más de 500 millones de dólares.
Además, los aviones asignados a este Portaaviones, han disparado 420 misiles aire-tierra y 60 misiles aire-aire, cada uno por un valor de 150 mil dólares. Según las estimaciones disponibles, los ataques estadounidenses contra Ansarolá cuestan cada mes unos 500 millones de dólares. Mientras tanto, los ataques de Estados Unidos y sus aliados en el mar Rojo no solo no han podido frenar la capacidad operativa de Yemen, sino que también han aumentado los costes de transporte y seguros de los barcos.
B) Crecientes críticas al gobierno
La segunda consecuencia, que está en línea con la primera, es la creciente crítica interna al gobierno estadounidense y al propio Biden por los costes del conflicto contra Ansarolá en la región. Los costosos ataques estadounidenses han provocado que el senador Jack Reed, presidente del Comité de Servicios Armados del Senado, criticara duramente a Biden y le preguntara: “¿Hasta cuándo podremos seguir disparando misiles caros?”.
William LaPlante, subsecretario de Defensa para Adquisiciones y Mantenimiento, en una declaración en el Senado de Estados Unidos dijo: “Derribar un dron de 50 mil dólares con un misil de 3 millones de dólares no es una buena ecuación en absoluto, porque demuestra que el Ejército más grande del mundo, con su avanzada industria de defensa, no puede producir armas más baratas”.
La intensificación de las críticas internas al gobierno, además de reducir la popularidad de Biden y los demócratas en la opinión pública estadounidense debido a sus sucesivas derrotas contra Ansarolá, se convertirá en una táctica para su rival republicano para que pueda derrotar a los demócratas en las próximas elecciones.
C) Debilitamiento de la imagen regional e internacional de Estados Unidos
La tercera consecuencia es el debilitamiento de la imagen y la credibilidad política, militar y de seguridad de Estados Unidos a nivel regional e internacional. Un país que se considera una potencia hegemónica en el mundo y dispone de las tecnologías militares más avanzadas, frente al Ansarolá de Yemen, cuyas instalaciones e infraestructuras militares, económicas, etc. ni son comparables con las de una ciudad estadounidense, se ha enfrentado a grandes problemas.
Esta cuestión, a su vez, causa falta de la confianza hacia Estados Unidos por parte de los países amigos y aliados. El resultado de la guerra de Estados Unidos en la región, su pleno apoyo al régimen sionista en la guerra de Gaza y sus infructuosos ataques contra Ansarolá en Yemen, han provocado esta creencia y mentalidad entre algunos países de la región de que Estados Unidos ya no es confiable.
El hecho de que los países árabes de la región estén mejorando sus relaciones con la República Islámica de Irán y también expandiendo la cooperación estratégica con potencias no occidentales, especialmente China, se debe en gran medida a algunas consecuencias de la batalla asimétrica entre Ansarolá y Estados Unidos.
D) El cambio de las ecuaciones militares de la región
La guerra asimétrica con Ansarolá ha cambiado las ecuaciones militares del pasado en la región del mar Rojo, el golfo de Adén y Bab el-Mandeb. Estados Unidos, que hasta hace poco actuaba como fuerza amenazadora contra el Eje de la Resistencia con su amplia red de bases militares y navales, hoy está en primera línea del conflicto contra Ansarolá, lo que demuestra la profundidad de la caída militar de Estados Unidos desde su posición anterior.
Ansarolá de Yemen se ha convertido en el mayor desafío y amenaza para la Armada estadounidense después de la Segunda Guerra Mundial y prácticamente ha destruido la superioridad naval estratégica estadounidense en Asia Occidental. Teniendo en cuenta los efectos y consecuencias que puede tener en otros campos y en la opinión pública, esta cuestión se considera definitivamente una oportunidad única para los rivales y enemigos internacionales y regionales de Estados Unidos.
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