Abdulrahman Fatahi – Experto en Asuntos Internacionales
Esta crisis, destacada en un reciente comunicado del Ministerio de Finanzas de Irak (marzo de 2025), parece ser el resultado de una confluencia de mala gestión interna, excesiva dependencia de los ingresos petroleros y presiones externas, especialmente por parte de EE.UU. Mientras Washington obliga a Bagdad para implementar reformas estructurales mediante el control de las reservas extranjeras y la supervisión de flujos financieros, Irak está luchando por equilibrar su soberanía financiera con las necesidades internas.
Presiones estadounidenses: Herramientas financieras como palanca política
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca en enero de 2025 intensificó la presión financiera sobre Irak. Según Bloomberg, en marzo de 2025, el nuevo gobierno estadounidense, aprovechando su control sobre las reservas iraquíes en el Banco de la Reserva Federal de Nueva York, presionó a Bagdad para implementar reformas que se alineen con los objetivos regionales de Washington. Estas presiones derivan de las sanciones de 2023 contra 14 bancos iraquíes acusados de lavado de dinero y transferencias ilegales en dólares, lo cual, según el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, era necesario para limitar las actividades financieras ilícitas.
Las reuniones de febrero de 2025 entre el Banco Central de Irak, el Tesoro de EE.UU. y la Reserva Federal en Dubái—con la participación de auditoras internacionales—marcaron un punto de inflexión. Según la agencia oficial iraquí (WAW), estas reuniones se centraron en revisar el sistema de distribución de efectivo en dólares, mejorar los procesos de transferencia y reformar el sector bancario. La firma estadounidense K2 Integrity, que supervisa los pagos en dólares iraquíes desde noviembre de 2024, tiene autoridad para rechazar solicitudes de pago. Aunque justificadas como medidas contra el lavado de dinero, este nivel de supervisión ha generado preocupaciones sobre la soberanía financiera de Irak.
El control político y a veces arbitrario de EE.UU. sobre las reservas iraquíes ha debilitado la capacidad del gobierno para atender necesidades internas, como el pago de salarios e inversiones en infraestructura. Según Reuters, en febrero de 2025, estas restricciones, junto con el reducido acceso al dólar, han reducido gravemente la liquidez de bancos estatales como Rafidain y Rasheed (los dos principales bancos de Irak). Esta estrategia, aparentemente parte de una política regional más amplia de EE.UU., pone en riesgo la independencia económica de Irak y اa suscitado preguntas sobre la profunda influencia de Washington en su sistema financiero. Sin embargo, estas presiones han impulsado a Irak a diversificar herramientas financieras, como el uso de monedas no dólar, lo que puede verse como una oportunidad a largo plazo para reducir la dependencia del dólar estadounidense.
Desafíos internos y reformas estructurales
Junto a las presiones externas, los desafíos estructurales internos también juegan un papel clave en la exacerbación de la crisis de liquidez de Iraq. Según el Departamento de Estado de EE.UU., en 2024, los bancos estatales—principalmente usados para pagar salarios públicos— mientras tanto, sufren de procesos obsoletos, exceso de personal y corrupción generalizada. Un informe del Banco Mundial en 2024 mostró que solo el 23% de los iraquíes tiene acceso bancario, una señal alarmante. Eta situación, sumado a que el 90% del presupuesto depende del petróleo, hace que la economía iraquí sea vulnerable a shocks externos, como fluctuaciones en los precios del crudo.
Por supuesto, el Banco Central de Irak, dirigido por Ali Al-Alaq, ha intentado reducir la dependencia del dólar y fortalecer el sistema bancario. Según Al Jazeera (marzo de 2025), unos 20 bancos iraquíes realizan transferencias directas en yuanes chinos, rupias indias, euros y dirhams emiratíes. Esta medida ha aumentado la flexibilidad financiera de Irak frente a las presiones de EE.UU. A pesar de estos avances, las barreras estructurales, obstáculos estructurales como la corrupción, la falta de infraestructura tecnológica y la resistencia cultural a los pagos digitales han ralentizado las reformas.
La digitalización del sistema bancario, incluyendo pagos electrónicos y obligar a empresas privadas a pagar salarios con tarjetas bancarias, podría promover la inclusión financiera. Pero la desconfianza pública en los bancos, arraigada en décadas de inestabilidad económica y política, ha obstaculizado la adopción generalizada de estas tecnologías. El contrato del gobierno de Irak en 2024 con una consultora internacional para reestructurar el Banco Rafidain es un paso positivo pero insuficiente ya que, sin reformas integrales en transparencia financiera y anticorrupción, estas medidas no pueden conducir a una transformación sostenible.
El rol de instituciones internacionales como la ONU (PNUD), el Banco Mundial y el FMI en el apoyo a las reformas es destacable. La Regulación de Pagos Digitales N°2 de 2024, implementada con apoyo de USAID y el PNUD, busca reducir la dependencia del efectivo y aumentar la transparencia financiera. Las reuniones de delegaciones iraquíes en abril de 2025 con el Banco Mundial y el FMI—enfocadas en proyectos de infraestructura, energías renovables y gestión de deuda—reflejan la determinación de Bagdad con el desarrollo sostenible. No obstante, condiciones del FMI, como recortes al gasto público, puede aumentar la presión sobre los grupos vulnerables, especialmente con la limitada liquidez bancaria.
Perspectiva futura: Equilibrio entre reformas y soberanía financiera
La crisis de liquidez en Irak surge de presiones externas y debilidades internas. EE.UU., usando herramientas como el control de reservas y firmas como K2 Integrity, busca alinear las políticas financieras iraquíes con sus intereses. Aunque justificado como lucha contra el lavado de dinero y el terrorismo, este enfoque debilita la soberanía financiera de Irak y limita su capacidad para atender necesidades internas. A su vez, la dependencia excesiva de los ingresos del petróleo y la corrupción estructural aumentan la vulnerabilidad de su economía a estas presiones.
No obstante, reformas recientes—como la diversificación de monedas en transferencias y la digitalización bancaria—muestran la capacidad de Irak para reducir su dependencia del dólar y fortalecer su independencia financiera. La colaboración con instituciones internacionales como el Banco Mundial y el PNUD, ofrece oportunidades para desarrollar infraestructura y aumentar la transparencia. Proyectos de infraestructura respaldados por el Banco Mundial (ej. ferrocarriles, energías renovables) Pueden ayudar a diversificar la economía y reducir la dependencia del petróleo. Pero el éxito de las reformas depende de la capacidad del gobierno para superar la corrupción, mejorar la infraestructura y recuperar la confianza pública.
Las perspectivas a largo plazo del futuro económico de Irak dependen de un equilibrio delicado entre adoptar reformas y preservar su soberanía financiera. Un informe del Banco Mundial del año pasado advierte que, sin reformas estructurales, la economía iraquí seguirá vulnerable a shocks externos—como caídas en el precio del petróleo o intensificación de la presión estadounidense. Mientras, Irak puede beneficiarse de la cooperación con instituciones internacionales y diversificar socios comerciales (ej. China, India) para reducir su dependencia de EE.UU. Si la estrategia va acompañada de una gestión inteligente, podría transformar a Irak de una economía frágil a un actor regional más estable.
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