Dr. Kamran Karami, experto en cuestiones de la península arábiga
El acuerdo petrolero saudí-estadounidense se concluyó después de la crisis del petróleo de 1973. Este tratado llevó a Riad a fijar el precio de sus exportaciones de petróleo exclusivamente en dólares estadounidenses y a invertir el exceso de ingresos petroleros en bonos del Tesoro estadounidense. A cambio, sin firmar un contrato oficial, Washington prometió apoyar militarmente al Reino de Arabia Saudí.
La no renovación de este acuerdo petrolero estratégico, indica varios componentes importantes en el proceso de competencia entre Estados Unidos y China a nivel del sistema internacional:
Uno- La transformación de China en el primer socio comercial de petróleo de Arabia Saudí, lo que ha elevado las compras de petróleo del Reino de Arabia Saudí por parte de este actor a casi 3 millones de barriles por día. Además, el crecimiento del comercio no petrolero en el marco del Acuerdo de Asociación Estratégica Integral, la Iniciativa de la Franja y la Ruta, Saudi Vision 2030 y el entusiasmo de ambas partes por finalizar el libre comercio con el Consejo de Cooperación del Golfo Pérsico, han convertido a China en el primer socio de la economía política de Arabia Saudí.
Dos- Esto está en línea con el papel de China en las tendencias internacionales emergentes, el aumento de la inversión en el Este, y la reducción del papel político y económico de Estados Unidos para Arabia Saudí y los gobiernos árabes. La disminución de las importaciones estadounidenses de petróleo desde Arabia Saudí a menos de 300 mil barriles es un buen reflejo de este importante acontecimiento. La transformación de Estados Unidos en el quinto socio económico de Arabia Saudí después de China, la UE, Japón e India, es otra parte de cambios significativos en la economía política internacional del Golfo Pérsico. Actualmente, el papel de Estados Unidos se limita a proporcionar armas avanzadas y algunas consultas de inteligencia y seguridad, lo que muestra la diversificación de los socios internacionales de Arabia Saudí.
Al evaluar estos dos casos, se entienden varios puntos importantes:
Primero; En el contexto de su competencia global, uno de cuyos aspectos fundamentales es la hegemonía de las instituciones y mecanismos financieros mundiales, China necesita la globalización del yuan. Desde hace mucho tiempo, Pekín ha intensificado la presión sobre sus socios petroleros para que hagan una porción significativa de su comercio petrolero y no petrolero en monedas distintas al dólar. Así que Arabia Saudí tendrá que resolver las preocupaciones de China cambiando sus políticas financieras.
Segundo; El cambio del panorama energético hacia las energías renovables ha hecho que Arabia Saudí sea más consciente de este desarrollo que otros actores y, como resultado, se prepare para sus impulsos.
Tercero; La creciente influencia de las economías emergentes que se ha manifestado en el bloque BRICS es otra parte del cambio de las tendencias de la economía política internacional, que al considerar el alcance de las sanciones estadounidenses, recuerda a Riad la necesidad de crear mecanismos financieros alternativos.
Cuarto; Arabia Saudí está tratando de utilizar esta cuestión como un as en la manga en sus relaciones fluctuantes con Estados Unidos, transmitiendo el mensaje de que en ausencia del apoyo estadounidense en los campos militar y de seguridad, otras áreas también pueden cambiar. Parece que los saudíes están intentando utilizar elementos divergentes para finalizar el acuerdo militar oficial con Estados Unidos.
Al final, cabe señalar que el actual proceso de desdolarización está en el inicio de su camino y debe considerarse parte de la visión de futuro y no del momento actual. El hecho es que casi el 80% de las ventas mundiales de petróleo todavía se realizan en dólares y el 20% en otras monedas. Aunque este camino ha ganado velocidad significativa, aún queda un largo camino hacia la desdolarización y la creación de un sistema financiero alternativo.


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